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miércoles, agosto 29, 2007

Kaula Yoga

El yoga de la escuela Kaula

Kaula o kula es un término sánscrito que, en el Tantrismo esotérico, hace referencia al poder divino (shakti), el aspecto femenino de lo absoluto. El aspecto masculino de lo divino se conoce como akula (Shiva).

El Kaula Yoga o Kaula Mârga es un camino espiritual ensalzado en el Kula- Arnava-Tantra:

Igual que las huellas de todo ser vivo se pierden en las del elefante, también todos los puntos de vista filosóficos se absorben en la enseñanza kula.
Igual que el hierro no puede compararse con el oro, tampoco las enseñanzas kula deberían juntarse con otras.
Montado el vehículo de la enseñanza kula, la persona mas excelsa deja la isla de este mundo y alcanza el cielo donde obtiene la joya de la liberación.
En otros puntos de vista filosóficos, las personas logran la liberación por medio de prácticas prolongadas. En la escuela Kaula, se liberan de forma inmediata.
(Kula-Arnava-Tantra 2.13-14-20-21)

Los comienzos de la escuela Kaula dentro del vasto abanico del Tantrismo datan del siglo V d.C. Tradicionalmente se considera a Matsyendra su fundador, aunque parece que solo fundó la rama yoginî-kaula en Assam. Sea como sea, cuando Abhinava Gupta escribió sus obras sobre el Shivaismo de Kachemira en el siglo X d.C., la tradición Kaula ya estaba bien establecida, con una larga historia detrás.

En consonancia con la tradición Siddha, los Kaulas creen que la iluminación es un acontecimiento corporal y que las estructuras del cuerpo, si se manipulan adecuadamente, ocasionan la autorrealización. El mecanismo central de este proceso es el “poder serpentino” (kundalinishakti), también conocido como kula o kula—shakti.

En las prácticas de la escuela Kaula resulta fundamental la divinización del cuerpo estimulando el flujo del néctar de la inmortalidad (amrita). Tal néctar fluye desde un centro secreto situado en la cabeza y es desperdiciado por las personas ordinarias dado que no conocen su importancia. La conexión intrínseca entre éste néctar y la inmortalidad se cita escuetamente en el Kaula Jñâna Nirnaya (14.94): “¿Cómo puede existir la inmortalidad (amaratva) sin el flujo del néctar?”. En este texto se afirma que tal líquido es “realmente la condición del kaula”.

El néctar, denominado también soma, amara-vârunî y pîyûsha es de color rojizo claro y brillante y provoca un exquisito placer. Según el Shiva Samhitâ (2.7ss.), el néctar de inmortalidad tiene dos formas: una fluye a través del conducto izquierdo (ida—nâdi) y alimenta el cuerpo; la otra fluye a lo largo del camino central (sushumna—nâdi) y crea la “luna” (candra). El flujo del néctar se incrementa cuando el “poder serpentino (kundalinishakti) asciende desde el chakra raiz (muladharachakra) hasta el chakra de la garganta (vishuddhachakra).

El Hatha Yoga Pradipika (4.53) aclara que todo el cuerpo debe inundarse con esta ambrosía para producir un cuerpo superior dotado de enorme vigor y fuerza y libre de toda enfermedad.

La orientación positiva del cuerpo de los kaulas incluye la utilización de ritos sexuales (maithunâ), una característica importante de muchas escuelas tántricas.

El término kaula también se aplica al practicante mismo de la escuela Kaula. De acuerdo con el Akula Vîra Tantra, hay dos clases de kaulas: el kritaka—kaula (kaula artificial), que tiene que ver con el “poder serpentino” (kundalinishakti) y que intenta dominarlo para lograr la liberación, y el sahaja—kaula (kaula espontáneo), que ha logrado identificarse con Shiva y reside eternamente en el estado de samarasa, concepto que hace referencia al estado de resonancia corporal en armonía con lo divino.

martes, agosto 07, 2007

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El Maestro Espiritual


La experiencia de muchos occidentales al encontrarse con un Maestro Espiritual ha sido la de una iluminación y transformación del sentido de su existencia.


La Figura del Maestro Espiritual



Aunque la palabra guru suene mal en Occidente por el uso mediático que de ella se viene haciendo, en la India tiene el respetable sentido de maestro espiritual. El satguru es aquel que encarna la sabiduría mística, que atrae y fascina como modelo a imitar, como fuente de luz y de conocimiento.


La experiencia de muchos occidentales al encontrarse con un Maestro Espiritual ha sido la de una iluminación y transformación del sentido de su existencia. Eso ya ocurrió a principios del siglo XX cuando algunos tienen la oportunidad de encontrar figuras de la talla de Ramana Maharishi, el sabio de Arunachala, o de Sri Aurobindo. Luego en la década de los sesenta comienza a generarse el fenómeno de los llamados gurus de masas, como Maharishi, Muktananda, Rajhness (Osho), Satya Sai Baba y tantos otros. En todos ellos el buscador descubre una luz nueva, un ser que suele aceptarse como un ser realizado, alguien que ha logrado la Liberación.



En casi todos ellos la meditación ocupa un lugar destacado, de ahí que se hable en muchos casos de el maestro de meditación, aunque en realidad se debería hablar del Maestro del Ser, para distinguirlo claramente del Maestro del pensar, al que Occidente es más adicto: Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel... nos enseñan a pensar, pero el maestro espiritual es un ejemplo en el arte de Ser. Por ello, su modo de transmisión, su modo de comunicación no es primordialmente la palabra y el texto escrito, sino la irradiación espiritual a través de su presencia.



El verdadero guru sería aquel que se ha instalado en un estado de conciencia y de ser (en la conciencia espiritual y el ser espiritual) que resultan extraños al ser humano medio como los discursos filosóficos sofisticados le resultan al nativo de alguna tribu primitiva. Un estado de conciencia y de ser que lleva asociado una terminada carga de energía espiritual, que le permite irradiar, transmitir, comunicar, en silencio, o por detrás de la palabra, algo de su estado de ser, de conciencia, de energía. Como si a través de la presencia del Maestro, instalado en su conciencia espiritual, resultase más fácil abrirse a la experiencia de la propia realidad espiritual, del silencio interior, de la paz y el gozo específicamente espirituales.



Esa transmisión específicamente espiritual, esa comunicación sutil que se establece entre el maestro y el discípulo es uno de los secretos de la experiencia místico-esotérica que resulta difícil transmitir con palabras.










Svami Bajaranja Das (Babaji) y Svami Tilak, dos grandes maestros, aunque no tántricos. El primero vaisnava y el segundo vedantico.


Los riesgos de la apertura a los falsos gurus

Pero es preciso apuntar los riesgos que entraña una concepción de este tipo, sobre todo a partir de los engaños y abusos que han ido descubriendose en algunos de los presuntos maestros o instructores. Hay dos elementos a los que conviene prestar atención en la relación Maestro-discípulo:





  • El primero corresponde a la posibilidad de confundir los poderes psíquicos con la realización espiritual y la radiación de una energía vital, emocional o mental con la radiación de una energía genuinamente espiritual. El impacto y la fascinación experimentada por un buscador ante un maestro, puede deberse al despliegue de poderes (burdos o sutiles, poco importa) por parte del presunto maestro. En todas las tradiciones espirituales (en el yoga, en el tantra, en el sufismo) que siguen el sendero de la realización, pueden despertarse una serie de poderes psíquicos bastante impresionantes para la mirada profana. que impactan en quien lo contempla o los siente. Aunque puede haber un uso legitimo de ellos, hay que saber que el mago no es necesariamente un Maestro espiritual.


  • Por otra parte, es cierto que la entrega sincera, la confianza total y hasta el abandono en sus manos, han sido actitudes alabadas y pueden ser necesarias en determinados momentos. Pero esa misma actitud de entrega incondicional es la que puede producir una pérdida del propio pensamiento y la propia voluntad, una alienación con funestas consecuencias. De ahí que es necesario una gran pureza de corazón y una suficiente capacidad critica a la hora de elegir un maestro para seguir sus enseñanzas y para abrirse internamente a su influencia.

Que la existencia de falso instructores o el riesgo de caer en actitudes erróneas no llegue a enturbiar una de las cosas más bellas y sagradas que puede existir en esta Tierra: un ser que ha avanzado suficientemente en el proceso de Iluminación y Realización espiritual y que puede colaborar en el correcto despertar espiritual de otros muchos seres que buscan la Luz.


Asato ma Sadgamaya. Tamaso ma Jyotirgamaya. Mrityour ma a am ritratgamaya

«Condúcenos de lo irreal a lo Real. De la oscuridad a la Luz. De la mortalidad a la Inmortalidad». Brihadâranyaka Upanishad, 1, 3, 27.